No fui el hermano mayor ni estudié en un Montessori. No hablo bien francés ni me gusta la pancita. No uso lentes para ver mejor porque no los necesito. No he leído la Odisea porque no me gusta regresar por el mismo camino. Aunque parezca, no fumo marihuana ni soy indigenista. No trabajo estable ni me interesa conocer Disneyland. Tampoco rezo. No conservo amigos del kínder, no los recuerdo. No idealizo las cosas por más de quince días. No sé andar en moto ni jugar tenis. No quiero quedarme en esta ciudad.
No confío en las conclusiones, ni en las personas que hablan demasiado o demasiado poco. No me pongo calcetines rotos, ni los zurzo. No soy directo, me gustan las curvas. Me dan igual las ratas o las arañas. No como galletitas ni escribo un diario. No le temo a las emociones, mucho menos a las mías. No pierdo mis cosas porque no me interesa perder tiempo.
No me trabo al hablar. No suelo empezar por entender porque me aburriría.
No soy nada de lo que me dijeron y tampoco nada de lo que haré.
Abril 2019